Oh, Mozart, querido, bendito y grandioso Mozart, nunca dejas de sorprender a los vivos. Esta semana ha llegado hasta mí una de las creaciones que integran el reportorio de las más finas y exquisitas composiciones de este maestro de la música clásica y su sonido me ha sorprendido como una revelación. Es limpio, fluido y goza de una capacidad absoluta para atrapar al oyente y no soltarlo hasta que suena la última nota del violín.

Así, como es natural, la sinfonía n° 40 constituye parte del armazón que integra las muchas obras de Mozart. La particularidad de esta se refleja en la ausencia de trompetas y timbales, lo que genera una sinfonía dulce y continúa sin contrastes marcados. Esto se percibe claramente conforme penetramos en el sonido de esta melodía compuesta por una sección de vientos, —en los que resaltan las flautas, oboes y clarinetes—, y una sección de cuerdas frotadas con sus violines, violas y chelos.

Al sumar ambos grupos se obtiene una pieza que no nos da mucho tiempo para prepararnos. No deja espacios para la duda, ni el temor. Lo da todo desde el inicio con una sucesión perfecta de violines que van creciendo hasta alcanzar un estado de frenesí absoluto mientras el resto de instrumentos se intercalan en su base sonora. Y cuando la pieza presenta espacios de reposo, en donde su sonido es más melancólico y pausado, la sección de viento-metal aparece con mayor frecuencia y le suma una contraparte encantadora.

De esta forma, la pieza se desenvuelve con una naturalidad absoluta en la que podemos volcar sentimientos y encontrar el sonido que define nuestras emociones. Es muy fácil perdernos en el juego que producen todos estos instrumentos y el rumbo hacia el cual nos llevan, pues nos pasean por una construcción sinfónica cuyo significado podemos alterarlo y convertirlo en uno con el que nos identifiquemos.

Esta es la magia de la música clásica, su extraordinaria capacidad para sacar de nosotros lo que lleva mucho tiempo en silencio. Así, si necesitas más material de este estilo para tener momentos de profunda reflexión, recuerda que puedes seguir con nosotros y descargar música gratis en mp3. Puedes sugerirnos o recomendarnos alguna pieza de tu agrado en los comentarios y, también, contarnos tu experiencia con esta maravillosa composición.

Muchos oyentes no saben que al escuchar la Sinfonía N.º 40 en G menor de Amadeus Mozart están en presencia de su penúltima composición. Incluso, muchos la confunden con su pieza Sinfonía N.º 40 tradicional, pero hay diferencias. Por tanto, es una de las piezas más pulidas del reconocido músico. Está hecha con la maestría de una persona que posee la máxima experiencia en su área, lo cual llega a ser notorio hasta para los oídos menos expertos.

El maestro terminó el tema el 25 de julio de 1788, año en el que Mozart se encuentra en su época de mayor productividad. La estructura que eligió para esta pieza fue la sinfonía, cuyo esquema general se divide en cuatro movimientos. Cada uno de ellos tiene una estructura exhaustivamente diferenciada de la otra.

Aunque la organización puede variar, estaremos escuchando una sinfonía clásica. La que podrás  bajar en mp3 a través de esta página corresponde al primer movimiento. Este último está caracterizado por sus notas alegres que intervienen durante todo el desarrollo. Es un rasgo típico de las sinfonías, pues normalmente inician con lo que se conoce en lenguaje musical como Allegro. El término se refiere a un tempo rápido o enérgico de la composición.

Tal como su nombre lo indica, el efecto que produce en el oyente es de alegría inusitada. Esto se genera gracias a que la distancia entre una nota y otra es más corta. Así se logra un sonido muy dinámico que se consigue colocando varias negras. Dichas notas musicales tienen el tempo más corto. Por ello, el Allegro se mide en unidades de negras por minuto. Se considera Allegro cuando traspasa las 120 negras por minuto hasta llegar a 160.

Sin embargo, no todo el primer momento está en un constante éxtasis de alegría. Se podría afirmar que las notas alegres son lo predominante en la pieza. Pero, el tema respira al intervenir pasajes de calma entre los momentos de paroxismo musical. Se caracteriza por esas transiciones pacíficas que mantienen la tensión hasta que regresa el tempo más alto y de mayor intensidad. Es como tener una cuerda con nudos a cinco centímetros de distancia.

Esto quiere decir que la sinfonía está pensada para ser un crescendo constante desde el inicio hasta el final. No se trata de la típica estructura que comienza con suavidad y termina en el punto máximo. En este sentido, la recapitulación es un recurso que se utiliza con mucha frecuencia. Es una sinfonía que, en su desenvolvimiento, cae y vuelve a subir retomando la melodía introductoria en diversas ocasiones.

En lo que concierne a la selección instrumental, es una música de orquesta como toda sinfonía. No obstante, los sonidos principales de la composición son llevados por los violines. Por esta razón, puede resultar demasiado dinámico en algunas secciones al vincular el violín con una composición tan movida como el Allegro.

En el fondo también se pueden escuchar los instrumentos de viento y percusión, ante todo en los fragmentos más tiernos. Aun así, el violín continúa siendo el protagonista porque son los que brillan en la superficie. Con esta introducción no puede resultar intimidante disfrutar de la música clásica. Solo amerita un poco de investigación y una mente atenta a estos pequeños detalles.