La historia de la música electrónica es una crónica de innovación audaz, una narrativa tejida por visionarios que no solo compusieron música, sino que diseñaron los sonidos del futuro. 

Desde los laboratorios de posguerra hasta los festivales globales del siglo XXI, un puñado de artistas se erige como los titanes indiscutibles del género. 

No solo alcanzaron la fama, sino que sentaron las bases filosóficas, tecnológicas y estéticas sobre las que generaciones enteras construirían nuevos mundos sonoros. 

Su influencia trasciende las listas de éxitos; está grabada en el ADN de casi toda la música popular moderna. 

En este artículo, veremos cuáles fueron los artistas de música electrónica más conocidos de todos los tiempos. 

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Los 11 artistas de música electrónica más conocidos

Sin más dilación, los artistas de música electrónica más conocidos son:

1. Pierre Schaeffer

Considerado el «Padre de la Musique Concrète», Pierre Schaeffer no fue un músico en el sentido tradicional, sino un ingeniero y locutor que inició una revolución conceptual en el París de los años 40. 

Su idea radical, desarrollada en el Studio d’Essai de la radio francesa, era que cualquier sonido grabado del mundo real —el silbato de un tren, el goteo del agua— podía ser tratado como un «objeto sonoro» y utilizado como materia prima para la composición. 

Esto representó una ruptura total con la tradición musical, que se basaba en partituras e instrumentos. Schaeffer componía directamente con los sonidos. 

Su obra de 1948, Étude aux chemins de fer, creada a partir de grabaciones de trenes, es considerada el nacimiento oficial de la musique concrète

Fue pionero en técnicas de manipulación de cintas magnéticas como el corte y empalme, la variación de velocidad y la creación de bucles, métodos que se convertirían en la base de la producción musical moderna. Su filosofía, centrada en la manipulación de sonidos grabados, es la antepasada directa del sampling, y su legado resuena en géneros como el hip-hop y la música house.

2. Karlheinz Stockhausen

Mientras Schaeffer deconstruía el sonido grabado en Francia, en Alemania surgía una filosofía opuesta: la Elektronische Musik. Su figura central, Karlheinz Stockhausen, rechazaba los sonidos del mundo real y se centraba en la síntesis pura, creando música desde cero con generadores electrónicos como los osciladores de ondas sinusoidales. Su enfoque era riguroso, casi científico, buscando un control matemático preciso sobre cada parámetro del sonido. 

El resultado eran paisajes sonoros de otro mundo, a menudo descritos como la banda sonora del «espacio exterior». Su obra más importante, Gesang der Jünglinge (1955-56), fue un momento crucial, ya que combinó por primera vez sonidos puramente electrónicos con una grabación de la voz de un niño. 

Al hacerlo, Stockhausen sintetizó las escuelas francesa y alemana, demostrando que lo grabado y lo generado podían coexistir. Su trabajo es el precursor directo de géneros como el techno y el trance, que dependen de melodías y ritmos creados por sintetizadores.

3. Wendy Carlos

Si Schaeffer y Stockhausen fueron los profetas teóricos, Wendy Carlos fue la evangelista que llevó la música electrónica a las masas. A finales de los años 60, el sintetizador era visto como una curiosidad académica. 

Carlos, compositora y física, cambió esa percepción para siempre con su álbum de 1968, Switched-On Bach

Esta colección de obras de Bach, interpretada íntegramente en un sintetizador modular Moog, fue un éxito comercial y de crítica sin precedentes, ganando tres premios Grammy y convirtiéndose en el primer álbum de música clásica en ser platino. 

El álbum demostró de manera concluyente que el sintetizador era un instrumento musical legítimo, capaz de una belleza y una expresión extraordinarias. 

Su logro fue tanto artístico como técnico; colaboró estrechamente con Robert Moog, sugiriendo mejoras clave para el instrumento. 

La ironía de su carrera es que, al legitimar el sintetizador con la intención de elevarlo a la «alta cultura», aceleró su adopción masiva en la música disco y pop, un resultado que ella lamentaría, pero que consolidó su lugar en la historia como la figura que abrió la puerta del sintetizador al mundo.

4. Giorgio Moroder

Conocido universalmente como el «Padrino del Disco», el productor italiano Giorgio Moroder fue el arquitecto del sonido Euro disco desde su base en Múnich. Utilizó el sintetizador Moog no como un adorno, sino como el motor rítmico y melódico de sus producciones. 

Su colaboración con la cantante Donna Summer cimentó su legado, pero fue el sencillo de 1977, «I Feel Love», el que cambió la historia. 

En esta pista, toda la base rítmica provenía de una secuencia de sintetizador pulsante e implacable, un sonido totalmente sintético y futurista. 

Moroder demostró que las máquinas podían impulsar por sí solas una pista de baile, sentando las bases para el hi-NRG, el synth-pop, el house y el techno. 

Encarnó el arquetipo del productor de estudio: un genio detrás de la cortina cuyo arte residía en la creación de paisajes sonoros para otros. Su influencia es tan duradera que Daft Punk le rindió homenaje en su canción de 2013, «Giorgio by Moroder».

5. Jean-Michel Jarre

Si Moroder llevó el sintetizador al club, Jean-Michel Jarre lo llevó a los estadios. Formado en la vanguardia europea con Schaeffer y Stockhausen, Jarre combinó la experimentación con melodías pop accesibles. 

Sus álbumes instrumentales de 1976 y 1978, Oxygène y Équinoxe, fueron fenómenos globales que vendieron millones de copias, demostrando que había un apetito masivo por la música electrónica pura. 

Sin embargo, su contribución más singular fue la reinvención del concierto en vivo. A partir de su espectáculo de 1979 en la Plaza de la Concordia de París ante un millón de personas, Jarre transformó sus actuaciones en eventos audiovisuales monumentales, con proyecciones a gran escala, láseres (incluida su icónica arpa láser) y fuegos artificiales. 

Rompió récords de asistencia en múltiples ocasiones, estableciendo el arquetipo del showman electrónico: una figura solista al mando de un arsenal de tecnología en un escenario épico.

6. Kraftwerk

Ninguna entidad proyecta una sombra más larga sobre la música electrónica que Kraftwerk. Este cuarteto de Düsseldorf no solo definió un género, sino que sentó las bases para el sonido y la estética del pop moderno. 

Formados en 1970, Ralf Hütter y Florian Schneider abandonaron los instrumentos convencionales para crear un «robot pop» minimalista y preciso. 

Su discografía de 1974 a 1981 es una de las más influyentes de la historia, con álbumes conceptuales como Autobahn (su avance internacional), Trans-Europe Express y el profético Computer World, que exploraba temas de vigilancia y vida digital. 

Con su estética de Mensch-Maschine (hombre-máquina) y sus voces de vocoder, crearon una nueva identidad cultural paneuropea. 

Su influencia es casi incalculable: fueron la inspiración directa para el synth-pop británico (Depeche Mode), sus ritmos mecánicos fueron sampleados por los pioneros del hip-hop (Afrika Bambaataa en «Planet Rock»), y su filosofía fue adoptada por los creadores del techno de Detroit, quienes los consideraban sus «dioses».

7. Frankie Knuckles

En los clubes clandestinos de Chicago de principios de los 80, nació un nuevo sonido conmovedor: la música house. Su arquitecto fue el DJ residente del club The Warehouse, Frankie Knuckles, conocido universalmente como «El Padrino de la Música House». Su público era principalmente afroamericano, latino y gay. 

Knuckles desarrolló un estilo innovador: tomaba discos de soul y disco, y utilizando una grabadora de cinta y una caja de ritmos Roland TR-909, extendía las secciones rítmicas, añadía percusiones y creaba mezclas fluidas e hipnóticas. 

El sonido se hizo tan popular que la gente pedía en las tiendas «esa música de Warehouse», que se abrevió a «house». Knuckles no solo creó un género; construyó un refugio sónico, un espacio de liberación y comunidad en la pista de baile.

8. The Belleville Three

Si Chicago dio a luz al house, la cercana Detroit fue la cuna del techno. Sus creadores fueron un trío de amigos de la escuela secundaria del suburbio de Belleville: Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderson. 

Profundamente influenciados por Kraftwerk y el funk de Parliament-Funkadelic, se propusieron crear una banda sonora futurista para su entorno postindustrial. Juan Atkins, «El Originador», acuñó el término «techno» y definió su sonido inicial de ciencia ficción. 

Derrick May, «El Innovador», aportó el alma y la emoción al marco mecánico, sobre todo con su himno inmortal «Strings of Life». Kevin Saunderson, «El Elevador», llevó el techno a las listas de éxitos mundiales con su grupo Inner City, fusionando la energía de Detroit con la calidez vocal del house. Juntos, no solo forjaron un género, sino que demostraron que se podía crear música funk y conmovedora utilizando herramientas puramente electrónicas.

9. Aphex Twin

Pocos artistas encarnan la innovación radical como Richard D. James, alias Aphex Twin. Surgido de la escena rave de Cornualles, se ha establecido como una de las figuras más enigmáticas e inventivas de la música electrónica. 

Su música desafía constantemente las convenciones, deconstruyendo el ritmo, la melodía y la textura de maneras que son a la vez hermosas e inquietantes. 

Su álbum debut, Selected Ambient Works 85-92, es una obra maestra del género conocido como IDM («música de baile inteligente»). 

Más tarde, fue pionero en el «drill ‘n’ bass», un estilo de patrones de batería increíblemente rápidos y complejos, a menudo yuxtapuestos con melodías infantiles. Junto con sus icónicos y aterradores vídeos musicales («Come to Daddy», «Windowlicker»), solidificó un estatus de culto. Su influencia es inmensa, abarcando desde Radiohead hasta Skrillex.

10. The Chemical Brothers & The Prodigy

En el otro extremo del espectro de la electrónica británica de los 90 se encontraba el big beat, un género extrovertido que fusionaba la música de baile con la potencia del rock. 

The Chemical Brothers fueron pioneros del sonido, mezclando breakbeats pesados, líneas de bajo ácidas y colaboraciones con estrellas del rock como Noel Gallagher («Setting Sun»). Sus shows en vivo se convirtieron en experiencias audiovisuales psicodélicas. 

The Prodigy representaba la cara más agresiva y con influencias punk del género. Liderados por Liam Howlett y el carismático Keith Flint, su música era una mezcla incendiaria de breakbeats hardcore y techno industrial. 

Álbumes como The Fat of the Land los convirtieron en superestrellas mundiales, y sus actuaciones en vivo eran legendarias por su energía cruda, rivalizando con la de cualquier banda de rock. Juntos, definieron una era en la que la música electrónica podía ser tan populista y contundente como el rock de estadio.

11. Daft Punk

Si Kraftwerk escribió el código fuente, Daft Punk construyó la catedral. El dúo francés de Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter se convirtió en el acto de música electrónica más universalmente querido. 

Su genio residió en una brillante síntesis de toda la historia del género. Su debut, Homework (1997), fue un homenaje al house de Chicago y al techno de Detroit. 

Su segundo álbum, Discovery (2001), fue una explosión de pop nostálgico basado en el disco y el synth-pop, y el momento en que adoptaron sus icónicas personas de robot. 

Su gira Alive 2007, con su espectacular pirámide de LED, redefinió el concierto electrónico y se le atribuye la popularización masiva de la EDM en Norteamérica. 

Su álbum final, Random Access Memories (2013), un regreso a la instrumentación en vivo, ganó el Grammy al Álbum del Año. Daft Punk no solo fueron músicos; fueron los curadores definitivos, capaces de destilar la historia del género en formas irresistiblemente modernas y atemporales.