Genre: Metal

“El Día del Tentáculo” es un tema del primer EP de Los Cuatrocientos Golpes, un lanzamiento del 2010 que lleva el mismo nombre del tema. Una explosión de guitarras distorsionadas, contras graves, una línea de bajo de mucha presencia y una batería tan agresiva como compleja a nivel técnica acompañan una voz desgarrada que rebosa fuerza y personalidad. Lo mejor de todo, es posible bajar música gratis de esta banda.

Prácticamente, tiene todos los estilos del metal. Hay una especie de mandato implícito a afiliarse a un estilo de forma fiel. Lo forma una especie de ley de pureza musical que solo debe romperse o traicionarse si el objetivo es algo grandioso. Los Cuatrocientos Golpes es una de estas bandas que rompen los pactos y los límites genéricos, que apuestan por la integración de estilos en detrimento de esa pureza genérica.

El resultado de este esfuerzo por escapar a las etiquetas es un sonido como el de «El Día del Tentáculo”, un tema en el que, por momentos, los riffs de guitarra son lentos, gruesos y pesados al estilo del doom metal. Lo acompañan otros pasajes de riffs más rápidos y una sección rítmica más agresiva al estilo del thrash, y un coro donde el vocalista deja de lado los gritos guturales y canta en un estilo más melódico, con voz ronca, al estilo del stoner rock.

Sin parafernalia ni adornos, Los Cuatrocientos Golpes no buscan ser más que un cuarteto con una instrumentación tan típica en el hard rock como poderosa. No hay en el tema una producción ostentosa, ni arreglos excesivos, la grabación capta toda la fuerza e intensidad de la banda en vivo.

Con un riff portentoso acompañado por golpes de batería que dan la sensación de una marcha y una línea de bajo distorsionada, “El Día del Tentáculo” deja clara su identidad musical pesada desde el principio. A esta introducción le sigue un riff sencillo, más bien clásico en el metal y el hardcore, de esos que es imposible no seguir con el pie y que incitan al headbanging.

La composición es dinámica. Justamente, apenas entra en escena la voz, intensa y gutural, el riff de guitarra se va volviendo más complejo. La batería se vuelve más intricada y compleja. El primer verso termina con la batería alcanzando una nota de intensidad altísima para quedar en silencio.

También la guitarra se hace a un lado al iniciar el coro, para que el bajo distorsionado comparta protagonismo con la voz. También, sorprende la transición de la voz gutural a esa voz que canta, con un tono áspero pero agradable, un coro que llega a ser memorable y que termina con la vuelta de las guitarras y la batería.

El tema vuelve, en apariencia, a repetir la misma estructura del primer verso. Sin embargo, los instrumentos no se restringen a tocar lo mismo: hay siempre alguna variación, ya sea una pausa más prolongada entre un compás y el siguiente, un vibrato inédito en el riff principal o un nuevo fill de batería, la canción no se torna repetitiva ni pierde su vigor. El final del tema es una sucesión apoteósica de riffs, un contrapunteo entre guitarras distorsionadas que termina en un estallido vehemente de puro hard rock.