Esta interpretación del Ave María tiene muchas particularidades que la convierten en una pieza interesante. Aunque bebe de la versión para Coro y Orquesta de Franz Schubert su magia recae en la voz del cantautor. El acento portugués crea una poderos fascinación que impregna una pieza ya de por sí envolvente. El tono de voz y la flexibilidad de su registro vocal nos pasean por un estado de sosiego exquisito. Cada frase está perfectamente hilada a los sentimientos que desea transmitir y a la solemne alabanza que le dirige a la Virgen.

Escuchar esta pieza es vivir por un par de minutos lo que significa las raíces de la música religiosa. Más allá de fe, hay un profundo respeto y devoción que es palpable. Los sentimientos de amor y espiritualidad flotan junto a nosotros y en cada dirección encontramos un motivo para dejarnos hechizar por el encanto de su letra, voz y melodía.

Esta canción cristiana no necesita adornos ni arreglos y esto no es un hecho fortuito. La esencia de esta melodía pareciese hablarnos de nuestra propia humanidad desnuda, humilde y postrada ante los anhelos del alma. Es el hombre en completa soledad hablando consigo mismo y ante una fuerza mayor. Es luz en medio de la oscuridad y una plegaria que se eleva con la esperanza de ser escuchada. Si por algo nos conmueve esta versión de Ave María es por esa capacidad de tocar las fibras de nuestro espíritu y sumarnos a ese canto que no es nuestro, pero lo sentimos como tal.

Así, cada frase y nota nos acerca un poco más a nosotros mismos. Escucharla es un ejercicio de introspección en el cual podemos descubrir sentimientos maravillosos y anhelos olvidados. Por esta razón, sería una excelente idea que la sumes a tu carpeta de música. ¡Recuerda que la puedes descargar gratis con nosotros! No olvides dejarnos un comentario con tu experiencia y aquello que ha significado para ti esta hermosa canción.