Paul Whiteman fue un reconocido director de orquesta, además de un músico de formación clásica que se volvió popular en el ámbito del jazz de orquesta de los años 20. Su relevancia en este entorno se debe, principalmente, a la mezcla de géneros de sus composiciones y arreglos, en los que es frecuente encontrar ritmos e instrumentación propios del jazz en sintonía con pinceladas de música clásica.
Los instrumentos de viento y de cuerda se juntan armoniosamente en “Doo Wacka Doo”, un tema de ritmos sincopados y una cadencia inusual, cuya estructura se asemeja más a la obertura de una ópera que a un estándar de jazz. El tema abre con una introducción grandilocuente, un contrapunteo de cuerdas y vientos que marcan el tono y la temperatura de la pieza.
Este tema ejemplifica algunas de las críticas que recibió Whiteman durante su carrera, pues su estructura clásica es predominante, y en este clasicismo hay poco espacio para la improvisación y la espontaneidad propias del jazz. Sin embargo, lo que la crítica de la época veía como un defecto se revela al oyente contemporáneo como una virtud, pues Whiteman lleva al jazz lejos de su zona de confort.
La introducción de la pieza da paso a la irrupción de la voz y a un cambio de registro. El tema se vuelve menos festivo por el cambio a acordes menores, pero no deja de lado el ritmo bailable y no oculta su intención de ser bailado. Más bien esta intención es hecha explícita por el contenido lírico, que describe precisamente los pasos del baile.
El sujeto lírico va desglosando, uno por uno, los pasos y movimientos pensados para este tema, a manera de instrucciones. Esto permite imaginar a las parejas bailando de forma acompasada y prácticamente coreografiada. De nuevo, la estructura juega un papel fundamental, pues al no haber espacio para lo improvisado hablando, rige un orden que permite predecir el rumbo del tema y, literalmente, los pasos a seguir en el baile.
La misma melodía aparece como un leitmotif hasta el final de la pieza, pero esta no se vuelve repetitiva porque, al desaparecer la voz, otros instrumentos como la viola y luego el clarinete asumen el protagonismo. Los solos resultan los momentos más apasionantes de la canción, pues en ellos es donde se aprecia de forma más evidente el componente jazzístico de la canción.
A pesar de que los solos aparecen en perfecto orden y se acoplan al resto de los instrumentos en lugar de imponerles una nueva dirección –como ocurre en el jazz posterior– resulta interesante descubrir en ellos el brote de nuevos sonidos y nuevas concepciones musicales. Es en estos solos donde puede afirmarse, sin temor a equivocarse, que “Doo Wacka Doo” es un tema de jazz con un influjo clásico y no al contrario.
La música jazz tuvo un impacto sociocultural importantísimo, pues representaba un quiebre con la tradición musical imperante y abría la posibilidad de innovar y crear desatendiendo los cánones y los academicismos. Paul Whiteman logró moverse de un lado a otro de la dicotomía entre lo nuevo y lo clásico de forma magistral.
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