Música romántica Una Canción Que Grabé Para Un Amigo
Los instrumentales de jazz son asombrosos. No sé si te pasa lo mismo, pero la atmósfera que crean me resulta fascinante, indescriptible, única. Antes de escucharla, el mundo parece gris y oscuro, pero una vez su sonido invade el reproductor, todo cambia. Su magia se cuela por ventanas y paredes; la melodía atraviesa pensamientos y estados de ánimo, y esas tonalidades suaves, pasionales y melancólicas terminan invitándonos a un viaje extraordinario. Da igual el estilo o los instrumentos que utilice, su composición prodigiosa nos arranca una sonrisa. Una vez envueltos en este ambiente, solo queremos seguir escuchando hasta el final, hasta que el tiempo desaparezca, hasta que el mundo se desdibuje y solo distingamos las perfectas huellas de una melodía preciosa que de inmediato deseamos volver a repetir.
¿Crees que exagero? ¡Sé que no! La creación de Artificial Music es la muestra más rotunda de ello. Con tan solo las suaves y cargadas notas de un piano, este instrumental nos pasea, en cuestión de minutos, a través de grandes estados de ánimo. Su sonido variado y versátil constantemente sufre contradicciones, cambios y alteraciones muy marcadas que relatan una historia sin necesidad de un contenido lírico, una gran producción o las mezclas de instrumentos.
De esta manera, durante los primeros minutos, sentimos una alegría inexplicable y contagiosa. El mundo parece animado y risueño. No muy lejos vislumbramos una ciudad multicolor que nos arropa con su manto y nos invita a la aventura, al descubrimiento, al encuentro con una figura amable y divertida que guiña un ojo y nos va envolviendo mientras le seguimos el paso a través de calles de colores vivos. En este recorrido nada nos perturba, estamos perfectamente conectados con esta atmósfera y con cada rincón que visitamos y sin embargo, la felicidad decae lentamente, de forma imperceptible, indescifrable y entonces algo cambia… definitivamente algo cambia.
El cambio es profundo e íntimo, es una turbación que sacude al piano, logrando que sus notas se sobrecarguen de tristeza y melancolía. Así, su sonido sabe a llanto, pesar y nostalgia; a día de cielo gris y lluvia de abril, a arrepentimiento y a sueños rotos. Por esto, el mundo adquiere tonalidades opacas, la vida parece distinta, al igual que la ciudad. Aquella figura ha desaparecido y vagamos por los mismos rincones tratando de encontrar una explicación, una huella, un rastro que arroje algo de luz. ¿Por qué ha cambiado todo? No hay respuesta, no hay espacio para las preguntas, todo se ha marchitado y solo queda la soledad, la esperanza de un nuevo día y, por supuesto, el adiós.
Es un adiós envuelto en misterio, en historia fugaz, en beso breve que se borra de los labios mientras más lo recordamos. El tiempo avanza lento, pausado y se detiene justo en el momento en que la última nota del piano resuena en forma de eco y nos saca del trance.
Abrimos los ojos, la mente, el corazón. Estamos de nuevo en nuestra habitación, en el bus, en la calle y el reproductor nos regala el nombre de esta invaluable canción: Una canción que grabé para un amigo. Es una dedicatoria, un poema anónimo para ti, para mí, para todos nosotros, oyentes de este compositor que nos regala un mensaje en la botella, una suave melodía que nos muerde el recuerdo y nos hace sentir en otro mundo.
Así, este suave jazz de ambiente, cargado con sentimientos contradictorios y turbados, es el regalo de Artificial Music para nosotros, sus amigos sin rostro, los oyentes incógnitos que vivimos junto a él ese mundo de imágenes diversas, de sueños olvidados y días felices. Una canción que grabé para un amigo es, sin duda, una melodía extraordinaria, la música relajante que debes descargar gratis en nuestra página y llevar contigo a todas partes.
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