Inalcanzable de Alexandr Zhelanov es un instrumental que se crece a cada instante. Su ascenso nos hace sentir en lo alto de una pendiente y desde allí vemos el máximo esplendor de un mundo que desconocíamos hasta hace pocos segundos. A través de cada uno de los instrumentos de esta composición, nos sentimos valientes y poderosos, capaces de afrontar cualquier adversidad, especialmente la que está frente a nosotros, aguardando a que nos acerquemos a través de este recorrido épico e imparable llamado Inalcanzable.

Por eso, cada una de las piezas que integran esta composición está revestida con el manto épico que le es propio a la música orquestal. El sonido que llega hasta nosotros nos conmueve y nos mantiene en guardia. Nos integramos a los violines, al eco de las voces, a la percusión y a las flautas dulces que se fusionan y dibujan el camino por el cual avanzamos. No hay tiempo para mirar atrás. La música se mueve al unísono, crece velozmente, sube hasta el cielo y en el descenso todo se vuelve tenso, cargado de temores y angustias.

Así, el cúmulo de sensaciones que nos genera esta obra es rico en detalles. Su versatilidad es extraordinaria y sin mucho esfuerzo nos permite construir aquello que guardamos en nuestra imaginación. Cada segundo es un paso hacia algo nuevo, diferente y cargado de la dosis necesaria para hacer de un momento de calma y meditación, una experiencia realmente reveladora.

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