No queda claro si este compositor trataba de recrear el sonido de una Cascada cuando fue maquinando e hilando esta pieza; pero de ser así, nos deja una tarea importante. Esta melodía nos obliga, antes que nada, a utilizar la imaginación para desentrañar sus abstracciones. Pero descuida, no es tan complicado como suena. Como buena réplica del sonido de la naturaleza, a su manera es perfecta y su armonía relajante es ideal para disfrutar de ese ambiente pacífico que tanto te mereces.

Por ello, este es un instrumental de piano y violín que, para Purple Planet Music, refleja el sonido pacífico de una caída de agua. Si se presta atención, descubrimos que el piano suena de una forma particular. Es pausado, lento y utiliza una variación de constantes descensos. Además, sus progresiones armónicas siempre se encuentran en caídas perfectas y compases rítmicos que tienen una clara repetición. Esto, de alguna manera, reconstruye esa imagen del agua que cae de la cima y el sonido de su caída. Adicionalmente, el violín le acompaña con unas notas suaves, abiertas y ligeras. Ellas pareciesen emular los ruidos circundantes de la naturaleza, idea que el xilófono refuerza con sus notas escondidas pero que le agregan esa sensación de ruido interesante.

Gracias a todo estos elementos, Cascadas nos despierta sensaciones increíbles. En pocos minutos nos hace deambular sin rumbo a través de sus notas suaves y sus melodías alargadas y relajantes. Como música para relajarse y dormir es increíblemente potente. Es repetitiva, melódica e imperceptible. Su sonido es embriagante y ni en un solo momento nos resulta empalagoso o abrumador. Tiene la dosis justa para llevarnos lentamente por un mundo de sonidos hermosos que solo descubrimos con los ojos cerrados y permitiendo que los sentidos, el corazón y la mente decidan el significado y el valor que le dan a este gran instrumental.