Hoy volvemos una vez más con el precioso sonido de Tortuga de Mar, esa banda argentina que se introduce en nuestra cabeza y no nos suelta ni por un segundo. En esta ocasión, su música nos transporta a un cielo de acuarela con el caribe a sus faldas. También nos proyecta la imagen de una playa idílica en donde la brisa infla las olas y levanta la arena frente a las personas que miran el horizonte. Algunas de esas personas están en círculos, cerca de fogatas; otras danzan libremente, como ofreciendo un íntimo tributo al mar, y algunas pocas conversan entre sí. Todos ellos —y ahora nosotros—, coexisten en ese mismo espacio que no sigue las órdenes del tiempo ni las leyes del mundo. Este instante tan bellamente musicalizado es imperturbable, único, irrepetible y quedará retratado para siempre entre los compases de Soñando en la orilla.

Precisamente ese mágico ambiente que recrea para nosotros es lo que hace que sea tan difícil identificar las características que convierten a esta canción en una pieza interesante y relajante. Pero aun así hay que intentarlo. Realmente esta es una obra que nos envuelve con melodías blandas y constantes mientras la voz delgada y fina de la cantautora parece susurrarnos directamente al corazón. Apenas inicia soñando en la orilla no sabemos identificar de dónde nos viene esa calidez que nos sube por todo el cuerpo, mucho menos podemos explicar el origen de esa capacidad para adormecernos los sentidos, lo único que alcanzamos a hacer es disfrutar, casi con los ojos cerrados, mientras sus compases emulan el vaivén de las olas del mar.

Por eso, la creación de Tortuga de Mar es un bálsamo que nos alivia. Al escucharla bajamos la guardia, apagamos nuestras preocupaciones y somos más conscientes de aquello que sentimos. Con el ritmo de la guitarra flotamos por el aire y nos perdemos, por más de tres minutos, en el relato sonoro que produce este grupo. Una vez empezamos a escuchar, no podemos dejar de hacerlo. Nos concentramos de tal manera en su sonido que nos volvemos parte de él.

En esencia, esta canción tiene algo que nos derrite. Los instrumentos poseen una sinergia particular que nos lleva de paseo por el paraíso. Las delgadas y finas notas de la guitarra acústica —aunque bien pareciese provenir de un cuatro—, brindan un puente armónico que va interconectado a las pulsadas cortas de una guitarra eléctrica. Esta agrega matices a la base musical y concreta la intención original de la melodía, que no es otra que generar un ambiente agridulce, con cierto sabor a lamento y aires de melancolía. En ese contexto se introduce la mágica voz de la vocalista. Pareciese que ella no estuviese cantando, sino, más bien, soltando frases que llegan directo al alma. Su voz es fina, se fusiona con el sonido de la guitarra en tono y ritmo y narra para nosotros la que parece una historia de añoranza, búsqueda y anhelo.

Estos sentimientos se potencian cuando la pandereta, el bajo y una percusión muy sutil y breve completan la banda sonora. Sobre ella, la cantante rellena los espacios vacíos con esa letra de eterna espera y olvido. Cada frase es un sueño incumplido, una esperanza a la cual se aferra pero que, en el fondo, siente perdida. Así avanza la canción, con su sonido inmutable, llevándonos por un recorrido hermoso que nos despierta las emociones y nos conduce al final de una de las mejores piezas de Tortuga de Mar. Una auténtica joya de su repertorio y que tú también puedes disfrutar. Descarga gratis esta y otras canciones relajantes de esta banda para tus videos de youtube o tus  presentaciones por favor, compártenos, en los comentarios, qué te hace sentir o pensar esta canción; ¿te ayuda a relajarte? ¡Queremos saberlo!